Hace más de 400 años, fue llamada Ciudad de los Reyes por el conquistador Francisco Pizarro. Hoy, aquella misma ciudad que surgió sobre las tierras del cacique indígena Taulichusco, es una metrópoli de más de 7 millones de habitantes, que conserva con orgullo sus conventos y casonas coloniales, símbolos de su añeja e hidalga tradición.
Fundada el 18 de enero de 1535, Lima, la capital del Perú, es una ciudad moderna en constante crecimiento, pero que ha sabido mantener al mismo tiempo, la riqueza de su Centro Histórico, declarado por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad, por ser un remanso encantador de una época pasada, copado de incomparables monumentos artísticos.
La Catedral, que comenzó a construirse el mismo día de la fundación de la ciudad; la Iglesia y Convento de San Francisco, considerado por su unidad de volumen y color el conjunto arquitectónico más logrado de hispanoamérica, y Santo Domingo, con un hermoso claustro principal, son sólo algunas de las joyas de incalculable valor de la vieja Lima.
Y así como las iglesias de Lima evidencian la fe de su pueblo, las Casonas limeñas, como la Casa Aliaga, constuida sobre el adoratorio al curaca Taulichusco; la Casa Goyoneche o Rada, de clara influencia francesa; y el Palacio de Torre Tagle, la más bella mansión de principios del siglo XVIII; simbolizan el esplendor y el boato de la vida virreinal.
Ubicada en las márgenes del río Rímac y acariciada por las aguas del Pacífico, la ciudad de Lima guarda también evidencias del periodo de la época prehispánica, siendo los más importante el gran santuario de Pachacamac, en el que se rendía culto al Dios del mismo nombre; y la huaca Pucllana, en el distrito de Miraflores, un importante centro administrativo de la cultura Lima (400 d.C.).
Por sus raíces indígenas de las que heredó su nombre -proviene de la palabra aymara lima-limac o limac-huayta que designa a una flor amarilla; o del quechua rimac, que significa hablador, su pasado colonial que le inculcó su fe, su toque de modernidad que la proyecta al futuro, y por su carácter festivo que colorea su sempiterno cielo gris, Lima, siempre será, la Ciudad de los Reyes.